Productos químicos que interfieren con la capacidad de un mosquito para olfatear los seres humanos han sido desarrollados por científicos de EE.UU., según la investigación en la revista Nature .
Tal como señalan los investigadores de la Universidad de California, en Riverside, el avance podría conducir al desarrollo de una nueva generación de repelentes e insecticidas.
Esto podría prevenir enfermedades propagadas por la picadura de mosquitos, como la malaria, dengue y fiebre amarilla, que resultan en varios millones de muertes cada año en el mundo.
RASTRO DE OLOR
Tal como explican los científicos en la revista Nature, para encontrar un huésped humano a quien picar para propagar un parásito, los mosquitos utilizan esencialmente el olor de dióxido de carbono que exhalan los humanos. El insecto puede detectar cambios minúsculos en las concentraciones de este gas y rastrearlo hasta donde se encuentra el aliento humano. Este mecanismo ya se conocía y desde hace tiempo los científicos están buscando formas de interferir en esta maquinaria de detección de los insectos para poder controlar la propagación de las enfermedades parasitarias que transmiten.
Ahora, el profesor Anandasankar Ray y su equipo identificaron el en laboratorio tres clases de moléculas de olor que, dicen, pueden bloquear casi totalmente la detección de dióxido de carbono del mosquito.
Para comprobarlo probaron las sustancias con tres epecies de mosquito: el Anopheles gambiae (que propaga malaria), el Culex quinquefasciatus (que propaga filariasis y virus del Nilo occidental) y el Aedes aegypti(dengue y fiebre amarilla). Se calcula que sólo estas tres especies propagan enfermedades a más de 500 millones personas cada año y causan varios millones de muertes.
Las sustancias que identificó el profesor Ray funcionan bloqueando los receptores de dióxido de carbono del insecto, que están localizadas en apéndices microscópicos en las antenas cerca de la boca del animal.
Los compuestos que crearon son tres: inhibidores, que inhiben el receptor de dióxido de carbono; imitadores, que simulan al dióxido de carbono y pueden ser usados como trampas para atraer al insecto y alejarlo de los humanos. Y el tercer tipo son cegadores, que causan una activación excesivamente prolongada de los sensores de dióxido de carbono engañando al mosquito para que crea que está rodeado de enormes cantidades del gas y no pueda detectar hacia dónde dirigirse.
"Estas sustancias químicas ofrecen ventajas poderosas como herramientas potenciales para reducir el contacto entre humano y mosquito" explica el profesor Ray.
INSECTICIDAS Y TRAMPAS
"Y pueden conducir al desarrollo de nuevas generaciones de repelentes insecticidas y trampas". Agrega que "la identificación de estas moléculas de olor, que pueden funcionar en bajas concentraciones y por lo tanto son económicas, podría ser enormemente efectiva al comprometer la capacidad del mosquito para buscar humanos y así ayudar al control de enfermedades propagadas por la picadura de un mosquito".
Un obstáculo, sin embargo, es que el dióxido de carbono no es el único gas que huelen estos insectos al rastrear humanos. También utilizan el olor del sudor.
Tal como explica el doctor James Logan, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, "aunque este estudio es muy alentador, los autores todavía deberán demostrar que los compuestos son capaces de proteger al humano de picaduras".
"Aunque el dióxido de carbono es una clave importante para el mosquito, sabemos que estos insectos responden de forma diferente a una trampa que libera dióxido de carbono que a un ser humano que libera el gas".
"Este último libera una compleja mezcla de muchos compuestos atractivos para el insecto, calor, signos visuales y humedad".
"La pregunta clave es ¿pueden estos compuestos realmente proteger al ser humano de una picadura?".
Ahora deberán llevarse a cabo más investigaciones para comprobar qué concentraciones pueden utilizarse y si son seguras para la salud humana. De cualquier forma, afirman los expertos, el hallazgo ofrece la posibilidad de desarrollar una "herramienta prometedora" para proteger a grandes números de personas, principalmente del mundo en desarrollo, que actualmente son vulnerables a estas devastadoras enfermedades.
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